Yo aparcaba el coche junto a la playa de José Ignacio, en Punta del Este, cuando Manolo hablaba con dos chicos que guiaban a los conductores hacia las plazas libres, para ganarse así una propina. Debían tener doce y catorce años.
- ¿Sabéis dónde hay chicas por aquí? – preguntó mi amigo
- En el Gents – El chico mayor se refería al burdel de la zona; mientras, el más joven asentía resabiado mirando a ninguna parte.
- No, pero yo me refiero a chicas auténticas
- Ya no queda nada auténtico, amigo – dijo el mayor, mientras el otro seguía asintiendo.
- ¡Cómo que no! – exclamó Manolo - ¡Miraos a vosotros! ¡vosotros sois una pareja auténtica!
El chico mayor dejó brillar su mirada, y antes de que nos fuéramos sin darles ni una moneda, dijo:
- Eso estuvo bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario