jueves, 28 de junio de 2018

EL SALTO AL VACÍO

Mis amigos dicen que soy muy bueno ligando. La realidad es que soy mas bien tímido, y las situaciones con gente que no es de máxima confianza me retraen un poco; pero mejoro bastante en las distancias cortas, y sobretodo, tengo un gran salto al vacío.

A una chica desconocida, en un contexto mas o menos propicio, la abordo con el primer tema que me viene a la cabeza. Considero importante que ese tema sea lo mas trivial posible, ciertamente fuera de la conversación seguramente habitual entre seductor y seducida, lo que la pone en actitud de semi-estupefacción que me permite evitar el rechazo directo.

Ese primer momento, ese abordaje, es el salto al vacío. Contra mas improbable sea el éxito, la escena mas expuesta, y la situación mas complicada, mayor consideramos mi amigo Pedro y yo el salto.

El salto al vacío es sólo cuestión de coraje, unido a un punto de inconsciencia. Además, para perderle el miedo a unas calabazas precipitadas, hay que tener una autoestima bastante alta, decirse a uno mismo que es ella la que realmente se esta perdiendo algo bueno. En mi caso la autoestima la baso en mi mundo complejo obsesionado con el anonimato pero seguro de fascinar a cualquiera al que no le guste el lujo, la popularidad y el protagonismo. Es decir, todo lo divertido.

Es importante escoger como objetivo a una que se sepa codiciada, mas bien espectacular. Una a la que sólo se acercaría, dependiendo de la situación, esta claro, el típico que tiene todos los ases en la manga. Parte del efecto hipnótico que la invade, se debe precisamente a este hecho, al “que se cree que esta haciendo este”.

Lo difícil tras el salto es mantener el nivel de estupefacción de la receptora, no dejar que la situación (y con ella el ánimo) decaiga, hasta que lo grotesco (que nunca burdo), le parezca gracioso.

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