martes, 5 de abril de 2011

BIG MAC Y WHOPPER, DOS HAMBURGUESAS Y UN DESTINO

De pequeños mi madre nos llevaba a menudo a comer una hamburguesa. Entiendo que para ella era un buen plan: nosotros encantados y ella gastaba poco. Otra cosa era nuestra nutrición, pero en ese sentido hoy estamos los tres sanos y salvos, y damos el tema por bueno o muy bueno, sinceramente.

En aquella época yo prefería el Big Mac, quizás por esa salsita, sucedáneo de la mahonesa. El caso es que me comía hasta tres.
Otras veces, seguro que para variar pues no creo que tuviera necesidad de paliar su conciencia, mi madre nos llevaba a hamburgueserías más renombradas: el Hollywood sin ir más lejos, y que creo todavía existe. Por otro lado, recuerdo un verano que mi padre invitó unos días a un amigo suyo americano y a su hijo, y que una noche nos anunciaron una verdadera cena americana: fueron unas hamburguesas memorables.

Ya en época universitaria me fui de Erasmus a París. Allí descubrí el Burger King en toda su esencia: me pasaba los días de estudio* comiendo Whoppers debajo de mi piso. Concluí que el secreto era el tomate, que era fresco (o lo parecía). Aunque otras veces me iba al Quick (cadena local) del que tenía el carnet-descuento, a catar la variante francesa.

A día de hoy sigo siendo amante de la carne picada. Mi madre, quizás con algún ánimo de compensarnos (o recompensarnos) por épocas pasadas, nos cocina al horno unas hamburguesas que compra en el mercado. Yo nunca antes había oído de esta técnica para hacerlas, pero puedo asegurar que son las mejores hamburguesas que he probado.

Como hace años que no piso un Fast-food (lo haré con gusto cuando vuelva a tener oportunidad), me contento rememorando infancia y juventud con anuncios de Burger King y Mc Donald’s en YouTube. Los primeros hicieron uno muy picante (en sentido figurado esta vez) que fue prohibido en Nueva Zelanda y un poco sorprendente, dado el público perseguido. De los segundos me quedo con el del hombre que lleva a pescar a su mujer, aunque anuncien el Mc Fish.

Sea como sea, en la era del culto a la gastronomía, démosles un respiro a los Fast-food:  en su justa medida son una alegría para el cuerpo.

*En mi Erasmus hubieron días de estudio



No hay comentarios:

Publicar un comentario