De pequeños mi madre nos
llevaba a menudo a comer una hamburguesa. Entiendo que para ella era un buen
plan: nosotros encantados y ella gastaba poco. Otra cosa era nuestra nutrición,
pero en ese sentido hoy estamos los tres sanos y salvos, y damos el tema por
bueno o muy bueno, sinceramente.
En aquella época yo
prefería el Big Mac, quizás por esa salsita, sucedáneo de la mahonesa.
El caso es que me comía hasta tres.
Otras veces, seguro que para
variar pues no creo que tuviera necesidad de paliar su conciencia, mi madre nos
llevaba a hamburgueserías más renombradas: el Hollywood sin ir más lejos, y que
creo todavía existe. Por otro lado, recuerdo un verano que mi padre invitó unos
días a un amigo suyo americano y a su hijo, y que una noche nos anunciaron una
verdadera cena americana: fueron unas hamburguesas memorables.
Ya en época universitaria
me fui de Erasmus a París. Allí descubrí el Burger King en toda su esencia: me
pasaba los días de estudio* comiendo Whoppers debajo de mi piso. Concluí
que el secreto era el tomate, que era fresco (o lo parecía). Aunque otras veces
me iba al Quick (cadena local) del que tenía el carnet-descuento, a catar la
variante francesa.
A día de hoy sigo siendo
amante de la carne picada. Mi madre, quizás con algún ánimo de compensarnos (o
recompensarnos) por épocas pasadas, nos cocina al horno unas hamburguesas que
compra en el mercado. Yo nunca antes había oído de esta técnica para hacerlas,
pero puedo asegurar que son las mejores hamburguesas que he probado.
Como hace años que no
piso un Fast-food (lo haré con gusto cuando vuelva a tener oportunidad), me
contento rememorando infancia y juventud con anuncios de Burger King y Mc
Donald’s en YouTube. Los primeros hicieron uno muy picante (en sentido figurado
esta vez) que fue prohibido en Nueva Zelanda y un poco sorprendente, dado el
público perseguido. De los segundos me quedo con el del hombre que lleva a
pescar a su mujer, aunque anuncien el Mc Fish.
Sea como sea, en la era
del culto a la gastronomía, démosles un respiro a los Fast-food: en su justa medida son una alegría para el
cuerpo.
*En mi Erasmus hubieron
días de estudio
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