En mi época de
estudiante, recuerdo volver de la biblioteca una hora antes de cerrar. Eran
exámenes finales de junio, cuando yo me marchaba antes que mis compañeros y así
llegaba a las siete delante del televisor de casa. Canal+ ofrecía íntegra la
Feria de San Isidro, comentada por el sabio Manuel Molés y la antigua figura
Antoñete.
Antes y después de ese
episodio en mi vida, he visitado ocasionalmente la Plaza Monumental de
Barcelona, a veces acompañado de amigos extranjeros, y otras por iniciativa
propia. Y sin ser un aficionado entendido, creo que he llegado a apreciar el
espectáculo. Y mi conclusión indudable, es que la lidia es de una gran belleza.
No sólo es hermosa, sino que exalta algunos de los valores humanos: valentía e
inteligencia.
Dicho esto, y peso de las
tradiciones aparte, el toreo es un espectáculo indecente. Es el abuso de un ser
vivo con mas medios, sobre otro ser vivo. Yo no se si el Correbous es una
costumbre igual de cruel o en menor grado, pero en todo caso el abuso frente al
animal no es físico. Y todavía no ha llegado el día en que nos preocupemos de
la psique de los animales tanto como, de momento, de su bienestar físico.
Pero más que esta tesis,
lo que me parece irrefutable es la decisión del Parlament de Catalunya de
prohibir las corridas, moción surgida por iniciativa popular. No sólo es una
competencia de las CCAA, sino que tenemos el precedente de las Canarias, que
prohibieron la lidia ya en 1991. ¿Quién es el hipócrita que se atreve a llevar
el tema al TC, cuando nadie ha cuestionado a la comunidad Canaria en veinte
años?
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