jueves, 17 de marzo de 2011

LA VOZ DE UN PUEBLO

En mi época de estudiante, recuerdo volver de la biblioteca una hora antes de cerrar. Eran exámenes finales de junio, cuando yo me marchaba antes que mis compañeros y así llegaba a las siete delante del televisor de casa. Canal+ ofrecía íntegra la Feria de San Isidro, comentada por el sabio Manuel Molés y la antigua figura Antoñete.

Antes y después de ese episodio en mi vida, he visitado ocasionalmente la Plaza Monumental de Barcelona, a veces acompañado de amigos extranjeros, y otras por iniciativa propia. Y sin ser un aficionado entendido, creo que he llegado a apreciar el espectáculo. Y mi conclusión indudable, es que la lidia es de una gran belleza. No sólo es hermosa, sino que exalta algunos de los valores humanos: valentía e inteligencia.

Dicho esto, y peso de las tradiciones aparte, el toreo es un espectáculo indecente. Es el abuso de un ser vivo con mas medios, sobre otro ser vivo. Yo no se si el Correbous es una costumbre igual de cruel o en menor grado, pero en todo caso el abuso frente al animal no es físico. Y todavía no ha llegado el día en que nos preocupemos de la psique de los animales tanto como, de momento, de su bienestar físico.

Pero más que esta tesis, lo que me parece irrefutable es la decisión del Parlament de Catalunya de prohibir las corridas, moción surgida por iniciativa popular. No sólo es una competencia de las CCAA, sino que tenemos el precedente de las Canarias, que prohibieron la lidia ya en 1991. ¿Quién es el hipócrita que se atreve a llevar el tema al TC, cuando nadie ha cuestionado a la comunidad Canaria en veinte años? 

Señores de Madrid, y allegados de aquí, disfruten ustedes de los toros en sus tierras, que nadie entre nosotros se los cuestionará. Pero dejen en paz a los catalanes, que lo único que hacen es caminar hacia su propio destino, en la medida en que la ley española se lo permite.

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