lunes, 16 de mayo de 2011

LITERATURA COMPARADA Y NACIÓN

Me reconozco nacionalista. Desde que tengo consciencia de ello considero que el de Nación es el concepto más alto que puede manejar un patriota. Pues ser Nación es la idea más elevada a la que pueden aspirar los pueblos, sean estados o no.

Resulta que el año pasado, movido por cierta pasión o afición a la Literatura (de la que no me considero en ningún caso un gran conocedor), me preinscribí en un Máster de Literatura Comparada. El Comité de Admisiones tuvo a bien considerar mi expediente y fui aceptado.

Tenía el verano por medio antes de empezar el curso en septiembre y le pedí al Director del Máster que me recomendara una lectura preparatoria. Entre tres títulos que me dijo, yo escogí ‘Entre lo uno y lo diverso’ de Claudio Guillén.


Cuál fue mi sorpresa cuando en el primer capítulo de dicho libro, leí la siguiente definición de Literatura Comparada: ‘Rama de la investigación literaria que se ocupa de los conjuntos supranacionales’. Es decir, y que me perdonen la simplificación los expertos: a partir de las literaturas de los diferentes países, culturas, lenguas, en definitiva naciones parece que emergen aspectos comunes. Estos aspectos forman los mencionados conjuntos y pueden basarse en: (1) Las relaciones personales entre los autores de diferentes países, o premisas culturales comunes; (2) Condiciones sociohistóricas comunes; (3) Coincidencia de modelos literarios desde el punto de vista teórico (incluye estructuras, temas y géneros), y que puede o no venir originada por las circunstancias (1) y (2).

No hace falta que diga que los nacionalismos son el primer enemigo de la Literatura Comparada. Es lo siguiente que leí en el libro preparatorio.

De las 400 páginas que tiene ‘Entre lo uno y lo diverso’ me leí dos tercios. Suficiente para entender que jamás llegaría al nivel de erudición de un buen comparatista. Al menos (quiero pensar) dada mi formación anómala en Económicas. Tampoco seguí adelante con el Máster.

Pero lo que sí concluyo, y como nacionalista no puedo más que envainármela, es que la Literatura Comparada existe. Y sus conjuntos supranacionales también. Todo ello lo reconozco en su equivalente político: la Unión Europea, que implica cesiones de soberanía, y es la puesta en común de valores más allá de las culturas y tradiciones locales o nacionales. Así que cuándo a partir de ahora le rece al bon Déu català, sabré que lo que le pida lo tendrá que negociar con otros seres superiores responsables de otros países. La cultura del pacto que tanto nos ha menoscabado a los catalanes durante la Historia, resulta que es el camino del futuro.

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